Te sientas cerca y entonces es cuando confirmo la indiferencia, el cambio, el formateo fugaz que ha sufrido lo que un día funcionaba tan bien pero que se estropeó por darle demasiado uso. Ahora ya ni te busco, ni siquiera me pregunto. Lo has conseguido y yo lo he aceptado. No voy a perseguir una sombra.
Los días pasan con Sol y nubes, los hechos cambian y las cosas suceden. Te acaricio los deditos que te quedan libres y siento que mi vida ya nunca volverá a pertenecerme del todo. No me importa el qué, el cómo, el cuándo, el dónde... sólo me importa el quién, y esa respuesta la encuentro tumbada a mi izquierda al abrir los ojos cada mañana.