No es fácil desde luego, pero a veces hay que aprender a acostumbrarse. Es como volver a encontrar moras en el frigorífico después de tantos años. Duele, duele mucho por un millón de razones, pero a veces las cosas suceden de manera imparable, creando después consecuencias desgarradoras. Hay que mentalizarse y seguir. Disfrutar de todo lo que no se pierde, de todo lo que no hace más daño. La culpabilidad es inevitable, la nostalgia también. Pero no me puedo estancar en un renglón torcido eternamente. No puedo desayunar interrogantes cada mañana.
El espectáculo debe continuar...
para todos.
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Un dibujo de Alfonso Casas